FAMILIA

Entendiendo la familia originariamente con base en el matrimonio, no sociológicamente, la definición que más acerca a la verdad sería la de un núcleo de seres unidos por la consanguinidad. Aludiendo a un proverbio chino: “Si cambiamos a las palabras de su significado, dejaremos de entendernos”, razón por la que llamar a las cosas por su nombre y no a la deriva del neo lenguaje, nos llevará a acercarnos a una perspectiva distinta a la actual y por consiguiente esquivaremos los conceptos de modernidad y postmodernidad que nos llevará al abismo de lo que es la piedra angular, en especial, de la civilización occidental.

Debemos de tener en cuenta que el orden de la familia no se creó con postulados religiosos, ni pro vanguardistas, sino que la razón fue exclusivamente por una razón de supervivencia, ya que era la forma más eficaz de sobrevivir a un mundo de difíciles retos. Con roles naturales muy marcados, la familia se creó en un contexto patriarcal, en el que el padre como cabeza de la misma, era el más apto para conseguir los víveres o para la defensa del hogar mientras que la mujer ejercía el trabajo más preciado y no por ello más liviano, el engendrar a los hijos y con esa dulzura que las caracteriza cuidarlos, haciendo alarde de la tan majestuosa feminidad.

El tan denostado patriarcado, que en estos tiempos de oscuridad se haya enterrado bajo el fango, fue el artífice de que mientras los pueblos indoeuropeos con esas características, densos de heroicidad y con su culto a la guerra, se impusieran a otros pueblos de índole matriarcal donde predominaba el amor hacia lo material, la promiscuidad y el culto a la madre tierra. Se trataba de una guerra a vida o muerte entre lo espiritual y lo mundano.

Si los errores algo nos deben enseñar, es que para triunfar, sabes lo que ya no debes hacer por su ineficacia. La decadencia de la civilización actual es directamente proporcional a la pérdida de valores (familia, fe, espiritualidad, honor…), sustituidos por infravalores o lo que es lo mismo, modas como la tolerancia, el buenismo, que no es otra cosa que los herederos de los sistemas matriarcales que tienden a la desaparición solo por cuestión de agotamiento. Solo hay que ver el resultado de los sistemas matriarcales para comprender su fracaso. Sistemas en los que reina el hedonismo, búsqueda exclusiva del placer sexual, la mujer vista como un objeto sexual, que en la mayoría de los casos carecen de figura paterna, portadora de lemas de igualdad del que los hijos desterrados de su linaje, eran todos hijos de la madre tierra. Véase en nuestra era como ejemplo el pueblo europeo rebajado cada vez más a ese matriarcado que le condenará inevitablemente a la desaparición.

Es una nueva lucha que se nos presenta que es imprescindible ganar, los valores eternos heredados a través de siglos contra las modas modernas de su revolución francesa, del alma contra el cuerpo, del espíritu contra la materia y la razón. Para ello debemos entender la familia como ente superior dentro de un pueblo, que no es más que una familia engrandecida con unos mismos patrones.